Una carrera de obstáculos con una recompensa final
La innovación es una de las asignaturas pendientes de España, especialmente del territorio valenciano. El riesgo económico que implica adentrarse en este mundo choca con el reparto desigual de la financiación autonómica actual que sufrimos, haciendo que los fondos disponibles se destinen a otros ámbitos donde la probabilidad de error es menor. Sin embargo, esta permanencia en la zona de confort conlleva una falta de desarrollo y adaptación del territorio en comparación con otras regiones europeas, en las que la innovación ha supuesto un gran impulso para sus economías.
Este problema existe en la mayoría de regiones europeas y las instituciones europeas son conscientes de ello. Por eso, la Comisión Europea cuenta con uno de los instrumentos más útiles para impulsar el desarrollo y la innovación en el territorio de la Unión Europea: los proyectos europeos. Mediante los proyectos se pretende resolver un problema o aprovechar una oportunidad relevante, con un enfoque internacional y con la participación de otras entidades, a la vez que permiten el desarrollo de sus políticas y alcanzar los objetivos de la UE, en especial la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación.
Existen diferentes tipos de fondos y de convocatorias, cada una con sus requisitos y particularidades dependiendo de la categoría en la que se enmarquen, que pueden ser de todo tipo: la digitalización e internacionalización de las empresas; el uso de energías renovables, economía circular verde y azul y la lucha contra el cambio climático y cuidado del medio ambiente; la mejora de infraestructuras de transporte y el desarrollo urbano sostenible e impulso del turismo; las iniciativas de apoyo a los derechos sociales como pueden ser materias de migración, trabajo, educación, igualdad e inclusión social, y las iniciativas de investigación sanitaria, especialmente las relativas a la búsqueda de soluciones para hacer frente a la COVID-19 actualmente.
Los proyectos europeos como vía de impulso a la innovación
La financiación europea se puede clasificar en tres grupos: los programas de gestión directa (gestionados directamente por la Comisión Europea), los de gestión indirecta (gestionados por entidades locales y regionales) y los de gestión compartida.
En el caso de la gestión indirecta, la intensidad de estas ayudas depende del tipo de región en la que se ubiquen, distinguiendo entre regiones menos desarrolladas, regiones en transición y regiones más desarrolladas. El País Valenciano forma parte de esta última categoría.
Por su parte, las convocatorias pertenecientes a los programas de gestión directa y compartida cuentan con un presupuesto concreto para cada tipo de proyecto. Esto es especialmente relevante para el territorio valenciano, ya que tanto empresas como entidades públicas pueden participar en todo tipo de convocatorias y conseguir financiación para impulsar sus innovaciones, sin verse afectadas por el problema de la financiación autonómica. Mediante estas convocatorias de proyectos, la UE apoya en la financiación e impulso de las ideas más disruptivas e innovadoras para resolver los retos que se presentan en prácticamente todos los ámbitos, ya sean en materia de educación, salud, innovación, ayudas para empresas, medio ambiente, agricultura o ayuda humanitaria, entre otros. Mediante estas convocatorias resulta posible identificar los proyectos más innovadores para cada ámbito, conformando así una vía para acceder, desarrollar y explotar el conocimiento de las entidades que presentan su innovación.
Ello proporciona una gran ayuda para impulsar la innovación y el talento en todas las regiones europeas, al proporcionar financiación para el desarrollo y acceso al mercado, lo que facilita hacer frente a los riesgos propios de las fases iniciales de desarrollo para aquellas entidades que no cuentan con suficientes medios.
La búsqueda de la excelencia
Las convocatorias de proyectos europeos conllevan mucho trabajo y son muy exigentes, ya que suponen grandes cantidades de dinero y un impulso enorme para un número limitado de empresas de toda Europa y países asociados, por lo que cada convocatoria se convierte en una competición por la búsqueda de la excelencia. Por ello, es necesario tener en cuenta los principales rasgos característicos de estos, a saber: parten de necesidades y problemas reales que requieren de una innovación para hacerles frente; responden a intereses de políticas comunitarias y han de generar elementos de interés más allá de su ámbito de aplicación; se trata de proyectos cofinanciados, por lo que las entidades beneficiarias necesitan disponer de un porcentaje predeterminado del coste total del proyecto proporcional a la ayuda solicitada, y sus resultados y productos deben ser sostenibles, esto es, deben poder perdurar más allá del periodo asignado al proyecto.
Así, las convocatorias puedan resultar abrumadoras al principio, especialmente si no se cuenta con experiencia, al exigir contenidos precisos como pueden ser: un análisis de necesidades o evaluación ex ante; análisis del state of the art o experiencias existentes; análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades); descripción de paquetes de trabajo (Work Packages); descripción de los socios y sus responsabilidades y tareas; las herramientas de seguimiento, gestión y evaluación con que contará el proyecto; definición de productos, resultados, hitos y riesgos; un cronograma o diagrama de Gantt; definición de un presupuesto a varios años, y labores de comunicación y difusión de resultados.
Dado el esfuerzo considerable que conllevan las convocatorias de proyectos, las empresas deben tener claro antes de lanzarse a ello cuál es el elemento innovador que van a presentar, qué necesidades resuelve y por qué debería recibir la ayuda económica de la UE para su impulso y no cualquier otro tipo de financiación. Además, también es especialmente relevante saber contextualizarlo en el ámbito europeo, pues solo salen elegidos aquellos proyectos que ayudan a la consecución de los objetivos de la UE.
Cómo presentar proyectos europeos
El primer paso a la hora de presentar un proyecto es identificar la convocatoria que mejor se adapta a este y a las necesidades de la empresa o entidad. Esto puede resultar complicado, dada la gran cantidad de convocatorias que hay. Por ello, existen organizaciones que pueden asesorar al respecto, como las OTRI (Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación), Puntos Nacionales de Contacto o consultorías. La web de la Comisión Europea cuenta con un apartado de búsqueda de convocatorias de financiación llamado ‘Funding and Tender Opportunities’. En dicho portal se encuentran recogidas todas las convocatorias de programas en cualquier ámbito y toda la información necesaria para cada una de ellas.
En la mayoría de casos, las convocatorias requieren la participación de un consorcio para llevar a cabo un proyecto. Esto implica que más de una empresa forme parte de él, tratándose la mayoría de las veces de empresas de diferentes países. En estos casos, la participación en un proyecto europeo puede hacerse en calidad de socio o coordinador del proyecto. Mientras que los socios contribuyen en el programa de trabajo y reciben parte del presupuesto aprobado, los coordinadores son los líderes del proyecto. Estos se encargan de preparar y elaborar la propuesta y de presentarla.
Ahora bien, también hay convocatorias de proyectos ideadas para dar apoyo a pymes tradicionales o innovadoras con ambición de crecer y desarrollarse e internacionalizarse a través de un proyecto de innovación europea en las que no se requiere la participación de un consorcio, tales como las convocatorias EIC, FTI (Fast Track to Innovation) o Innowwide.
Tras identificar la convocatoria adecuada, la entidad solicitante de la ayuda debe registrarse en EU Login para poder presentar el formulario. Esta cuenta sirve para presentar todos los proyectos de convocatorias de la Comisión Europea. Mediante el registro en la plataforma, la entidad recibe un Código de Identificación del Participante (CPI) de 9 dígitos, un identificador único que servirá como referencia para la Comisión.
Una vez salvado esto, hay que comenzar con la redacción de la propuesta. En la redacción no basta con explicar la innovación y completar los campos del formulario, sino que hay que saber conceptualizar la idea y encajarla con los requisitos concretos de la convocatoria y con las políticas correspondientes de la UE. También hay que tener en cuenta que no todas las actividades son susceptibles de financiación. Eso es algo importante a la hora de realizar presupuestos y paquetes de trabajo realistas.
Cuando se ha finalizado la redacción de la propuesta y la recopilación de toda la documentación requerida por la convocatoria (balance presupuestario, currículums de las personas destinadas al proyecto, documentación administrativa del partenariado…) se procede a la carga de todos los archivos y su presentación. Es recomendable hacer esto con varias horas de antelación al cierre de la convocatoria, ya que a última hora siempre pueden producirse problemas técnicos que dificulten e incluso imposibiliten la presentación del proyecto.
En caso de que el proyecto haya sido aprobado, el partenariado tendrá que cumplir con los objetivos marcados. Además de ejecutar el proyecto, será necesario realizar un seguimiento minucioso para justificar que el dinero de la subvención se está empleando correctamente. Para ello, se debe recopilar documentación, hacer un seguimiento y monitorización de los paquetes de trabajo y elaborar memorias técnicas y económicas de actividades realizadas y resultados obtenidos, entre otras tareas.
Las dificultades de presentar proyectos europeos
Si bien merece la pena el esfuerzo, muchas veces puede hacerse dura la presentación de proyectos, sobre todo a causa del desconocimiento de la convocatoria y carga de trabajo. Los inicios de un proyecto europeo pueden ser complicados, ya que se requiere información muy precisa y técnica. Además, hay que saber detectar la convocatoria idónea para la entidad y para el tipo de proyecto. Esto es importante dada la carga de trabajo que conlleva la redacción de un proyecto, para poder contar con posibilidades de éxito y que haya merecido la pena el trabajo extra que supone.
Por otro lado, redactar y presentar un proyecto exige diversos trámites de burocracia interna y una contabilidad independiente. La burocracia es especialmente problemática para los proyectos de cooperación transnacional, al requerir consorcios y sinergias entre varias empresas de distintos países. Por ello, existen consultorías, empresas y fundaciones cuyo trabajo consiste en la redacción de propuestas y búsqueda de convocatorias y socios para proyectos.
Respecto al coste del proyecto, cada convocatoria exige un porcentaje de cofinanciación de las entidades participantes y una gestión adecuada de flujos financieros. Las convocatorias ofrecen una ayuda importante económica, pero no dejan de abarcar solo parte del proyecto, lo que implica que las entidades beneficiarias deben financiar parcialmente sus proyectos con sus propios recursos, con los ingresos generados por los proyectos o mediante contribuciones de otros donantes. Además, en la mayoría de casos, la entidad debe adelantar la cantidad que representa la financiación europea y no recibirá la subvención hasta la realización y justificación de una parte del plan de trabajo del proyecto.
La selección del personal encargado de llevar a cabo el proyecto también es un condicionante importante para su elegibilidad. Se exigen recursos humanos con ciertas características especiales para la gestión de proyectos europeos, como por ejemplo carácter multidisciplinar, disponibilidad para viajar, conocimiento de idiomas o capacidad para desenvolverse en contextos transnacionales.
Por último, pero no menos importante, es necesario tener en cuenta el idioma, y es que casi todos los proyectos deben presentarse en inglés. Un mínimo error de idioma en algún apartado conlleva que la propuesta no pase de fase. Por otro lado, la colaboración con otras culturas y prácticas administrativas en un idioma extranjero hace que sea más complicado realizar sinergias. ¿Merecen la pena después de todo?
A pesar de las dificultades contempladas anteriormente, la excelencia requerida por la Comisión Europea a la hora de presentar proyectos en sus convocatorias no debe de ser un obstáculo para las entidades que pueden presentar proyectos maduros y que realmente pueden marcar una diferencia. Hay que tener en cuenta que la finalidad de estas convocatorias es la de proveer de financiación a aquellos territorios y entidades que cuentan con grandes ideas innovadoras y que apuestan por la digitalización, la sostenibilidad y la resiliencia social y económica, pero que necesitan el respaldo de la UE para poder impulsarlas.
Por ello, no hay que perder de vista las ventajas que ofrecen los proyectos europeos, destacando el gran aporte de financiación que implican para las necesidades identificadas; una oportunidad de aprendizaje; la posibilidad de compartir problemas comunes entre varias entidades del mismo u otros países para obtener soluciones conjuntas más adecuadas; su utilidad para la empresa como forma de analizar problemas y necesidades y a planificar actuaciones y recursos, así como para mejorar las prácticas de gestión de la entidad. También, la creación de contactos y redes internacionales que permiten, especialmente mediante sus webinarios y eventos de matchmaking. Además de todo esto, es especialmente relevante la publicidad y mejora de la imagen que experimenta una empresa al contar con el respaldo de la Comisión Europea en sus proyectos de innovación. En definitiva, los proyectos europeos son de gran ayuda para las empresas y organismos de todas las regiones de la UE que necesitan un impulso para poder sacar adelante su innovación y fortalecer la cooperación internacional en I+D+i. Esto es especialmente interesante para las entidades del territorio valenciano que no pueden innovar por falta de apoyo económico en su ámbito.
Si bien son más exigentes, las convocatorias europeas proporcionan más financiación que otros tipos de ayudas. Estas convocatorias son también más flexibles y pueden llegar a financiar incluso proyectos de riesgo que no son financiados por otros medios. Además, los proyectos europeos permiten la apertura a nuevos mercados e internacionalización del negocio, a través de la colaboración con entidades y redes internacionales, y favorecen el contacto de las entidades subvencionadas con otras del mismo entorno, mejorando su red de contactos, así como su imagen y prestigio